«Mi hija no prueba las verduras», si eres madre o padre seguramente te suene este comentario, no?. A mi desde luego si, porque como madre conozco de primera mano las dificultades a las que nos enfrentamos con la alimentación de nuestros hijos, no solo por mi propia experiencia sino porque estoy en contacto a diario con otras madres que pasan por las mismas dificultades: Que si come muy poco, que si solo quiere nosequé marca, que está obsesionada con las chuches, que si mi hijo todo lo come con ketchup…
Son muchas las preocupaciones que nos surgen en torno a la alimentación de nuestros hijos y todas ellas normales en esta sociedad, pero no por eso debemos adaptarnos y resignarnos. Por muy difícil que nos parezca (que luego no lo es tanto), debemos encontrar soluciones, o ayuda si llega a ser necesario, para enseñar a nuestros niños a comer de todo a partir desde su primer año de edad (un niño de 1 año ya puede comer igual que sus padres), porque una buena educación nutricional será vital para toda su vida.
Aprender a comer para vivir, no sólo para crecer
Una de las principales dificultades que nos encontramos a la hora de conseguir cualquier objetivo es saber definir bien nuestras metas, y en el caso de la alimentación infantil la meta suele estar equivocada. Se tiende a pensar que tenemos que preocuparnos por la alimentación de nuestros hijos para asegurar su crecimiento, y a veces pareciera que la motivación principal es que nuestro hijo siga los percentiles (peso y estatura) del resto de sus compañeros del cole, que tenga los huesos fuertes y no se le piquen los dientes. Esto por supuesto que es importante, pero no es lo más importante en lo referente a su educación nutricional. Lo crucial es sentar unas buenas bases, porque lo que aprenda ahora definirá su salud y su calidad de vida el resto de su vida. Un niño que come de todo con 5 años, será un adulto que comerá de todo, comerá variado o más importante aún, sabrá distinguir entre la buena de la mala nutrición y reconocerá sus necesidades. Además, crecerá fuerte y equilibrado desde un punto de vista metabólico, lo que creará unos buenos cimientos y le restará posibilidades de sufrir enfermedades hormonales, infecciones graves, alteraciones de sueño, desequilibrios gastrointestinales y otras tantas disfunciones no solo de pequeño, sino durante toda su vida.
¿Cómo distinguir si nuestros hijos siguen una buena o mala alimentación?
Una mala alimentación infantil es aquella en la que los niños deciden qué comer y cuando comerlo. Los niños con una pobre educación alimentaria son exageradamente reacios a probar cosas nuevas, muchas texturas les dan arcadas e incluso muchos olores les molestan. Suelen ser niños que con 5 años nunca han comido por ejemplo acelgas rehogadas, zanahoria cruda, frutos secos crudos, sardinas, arroz integral, ensalada, pasas, leche de avena o potaje de verduras. Los padres, para evitar la lucha a la hora de comer les ofrecen los mismos alimentos o grupos de alimentos de forma cíclica porque son los que el niño se come fácilmente y sin protestar, y de esta manera sin querer refuerzan aún más su mala conducta a la hora de comer que a medio largo plazo creará desequilibrios nutricionales. Las comidas típicas de este tipo de alimentación son por ejemplo:
- Arroz blanco con tomate
- Fritos y rebozados: Croquetas, empanadillas, palitos de pescado, nuggets…
- Pan de molde blanco (y sin bordes)
- Embutidos
- Sólo 2 ó 3 tipos de frutas (plátanos, manzanas y peras)
- Espaguetis con tomate frito y carne picada
- Macarrones con chorizo
- Pasta con nata y bacon
- Bollos industriales varios días a la semana
- Cereales de desayuno azucarados
- Galletas (cientos y cientos de galletas…)
- Leche con colacao
- Zumos “de pajita”
- Postres: flan, yogures, natillas
- Cinta de lomo, filete de pollo y atún de lata
Una buena alimentación en cambio es aquella en la que existe un equilibrio entre todos los nutrientes: grasas (vegetales), carbohidratos, proteínas. Con buena educación nutricional y siendo un buen ejemplo para ellos, se consigue que los niños coman verduras, coman variado y disfruten descubriendo nuevos sabores. Los niños que llevan una dieta equilibrada, no suelen distinguir entre diferentes marcas ni se fijan en los ingredientes de los platos. El niño no solo come de todo, sino que disfruta ayudando a cocinar, mantiene una curiosidad despierta con los alimentos (en el supermercado por ejemplo) y disfruta de todas las texturas.
Unos buenos objetivos con respecto a la alimentación de nuestros hijos podrían ser:
- Que coman verduras de hojas verdes: espinacas, acelgas, brócoli, berros, lechugas variadas…
- Que coman variado
- Que prueben cosas nuevas sin rechazo (¿por qué no espaguetis integrales con calabacín y piñones?)
- Que beban agua cuando tengan sed (no zumos)
- Que desayunen variado
- Que no coman postre siempre (no es necesario, suele aportar demasiado azúcar e interfiere con la digestión)
- Que prueben y coman todas las frutas según la temporada (hay niños de 5 años que nunca han probado una chirimoya o un níspero)
- Que coman frutos secos (es un alimento ideal para niños, además les suele encantar abrirlos)
- Que tomen leches vegetales: arroz, avena, kamut, almendras
- Que coman panes integrales y con diferentes texturas (de centeno, de maíz, con semillas, tipo Wasa…)
- Que coman arroz integral y pasta de cereales no refinados (trigo sarraceno, espelta, quinoa)
Aunque esto en muchos casos parece una utopía, rara vez lo es realmente, siempre merece la pena intentarlo y cualquier pequeño logro será muy importante. Es cierto que cuanto antes empecemos a trabajar en la educación nutricional de nuestros hijos, más fácil será conseguir nuestros objetivos, pero nunca es tarde. Los niños son maestros de la adaptación, son reacios a los cambios pero sin embargo se adaptan a las novedades rápidamente y con una sonrisa, así que te animo a que no tires la toalla, pierdas el miedo a tu hijo y no dejes de explicarle e insistir con cariño en la introducción de nuevos alimentos. Si no sabes bien por dónde empezar o necesitas ayuda puedes contactar conmigo a través de mi consulta online o solicitar una cita presencial en mi consulta de Madrid. Estudiaré tu caso y las circunstancias especiales de tu hijo para juntas idear un plan que consiga mejorar su nutrición.
Elena Cibrián,
Coaching sanitario y naturopatía
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