Nos pasamos años de nuestra infancia estudiando sobre la energía, pero de repente, al cumplir los 20 hablar de energía se convierte en tema tabú o tema esotérico, lo que demuestra el analfabetismo en términos de salud que se fomenta en nuestro país (empiezo fuerte)… Si me diesen un euro cada vez que me dicen en consulta “yo es que no creo en esas cosas” hoy os escribiría desde mi villa en la Toscana… Pero lo cierto es que lo creas o no y sea cual sea tu enfermedad, para curarte lo primero que debes hacer es ocuparte de tu energía. Te explico cómo y por qué en este artículo.

¿Qué es energía? ¿Y tú me lo preguntas? Energía eres tú.

Para mucha gente oír hablar de energía es como oír hablar de magia negra o chamanismo, pero nada más lejos de la realidad. Quizá esto está promovido por un sistema sanitario demasiado cerrado, pero no es el punto de este artículo, así que continuaré explicando que el concepto de energía es el más antiguo, orgánico, metabólico y científico que manejamos.

Según la RAE, la energía es la “capacidad y fuerza para actuar física y mentalmente”. También se define como “capacidad para producir movimiento, luz, calor…”. Según cómo se manifieste esa energía y el trabajo que desempeñe, hablaremos de energía solar, energía eólica, cinética, eléctrica, mecánica.

La energía que mueve, calienta y mantiene vivo tu cuerpo es la energía vital. Tu energía se genera en tus mitocondrias celulares, y su resultado es el ATP (adenosín trifosfato), que es tu combustible. En tus mitocondrias la glucosa se convierte en ATP para que todas las funciones de tu cuerpo puedan realizarse. Todo este proceso es el metabolismo (obtención de energía + utilización de energía).

Así que como ves tu energía es la base de tu salud. Tu energía es tu vida.

Además de este concepto orgánico de energía, yo tengo un enfoque algo más amplio basado en la Medicina China y considero que la energía fluye a través de toda la naturaleza, que existen canales energéticos en nuestro organismo, bloqueos y desequilibrios que entorpecen nuestra salud. En este contexto la energía se llama Qi (chí) y tiene toques más místicos, pero simplemente porque aún no se ha podido demostrar con los métodos científicos actuales. A pesar de esto, existen muchos paralelismos entre el Qi oriental y nuestra energía vital occidental como por ejemplo donde un acupuntor ve una interrupción del flujo del Qi, yo puedo ver una interrupción del flujo de sangre y oxigenación. Al final, después de muchos años trabajando con personas enfermas te das cuenta de que existe una única salud con muchos términos y acepciones diferentes.

La falta de energía te enferma

La mayoría de las personas que llegan a mi consulta tienen trastornos de energía. Llegan agotadas física y mentalmente, frustradas y hartas de arrastrar un problema de salud que no consiguen entender o mejorar. Todo esto agota la energía, y un tejido, órgano o cuerpo sin energía no tiene vida. Comienza el círculo vicioso: trastorno de salud > agotamiento energético > trastorno de salud.

Pongamos el caso práctico de que tienes cistitis. Por una debilidad que pudo ser puntual cogiste una infección que tu cuerpo no pudo superar muy eficazmente, entonces tomas un ciclo o dos de antibiótico que debilita tu flora bacteriana aunque consigues combatir la infección. En este punto has eliminado tu cistitis, pero a nivel energético estás más débil que antes porque tu cuerpo ha hecho un esfuerzo inmunológico, ha hecho un esfuerzo adaptativo y tu microbiota ha quedado alterada por la toma de antibióticos. Entonces si no descansas lo suficiente o te estás mudando o tienes estrés en tu trabajo o estás haciendo la dieta de la manzana (por ejemplo)… pues tu energía no se recuperará adecuadamente y muy posiblemente entres en el círculo vicioso que comentaba en el párrafo anterior. Encadenarás una cistitis tras otra, que puede alternar con candidiasis, problemas digestivos o insomnio. Todo esto porque tu energía se debilitó y no conseguiste recuperarla a tiempo o porque nadie te ha hablado de su importancia.

¿Cómo sé si me falta energía?

Si te falta energía seguramente lo sabes aunque a lo mejor no sabes cómo escuchar o cómo hacer caso a tu organismo. Sobre todo últimamente con la moda fitness que vivimos veo mucha confusión al respecto, y es que se presta tanta atención al cuerpo de forma equivocada que no se distingue el agotamiento energético o lo que es peor, se disfraza de otra cosa.

Te doy unas pistas:

  • Si te despiertas a media noche o tardas en dormirte, tienes falta de energía.
  • Si te cuesta hacer la digestión o te hinchas con facilidad, tienes falta de energía.
  • Si has dormido 8 horas pero te levantas como si te hubiese atropellado un tren, tienes falta de energía.
  • Si tienes estrés, ansiedad o estás muy irritable, tienes falta de energía.
  • Si llevas luchando con una enfermedad inflamatoria, tendrás déficit energético.
  • Si llevas años tomando varios medicamentos, tendrás falta de energía.
  • Si tienes algún trastorno tiroideo, tienes algún trastorno energético.
  • Si tienes algún trastorno renal o urológico, tienes algún trastorno energético.
  • Si has perdido la apetencia sexual, posiblemente tengas déficit energético.
  • Si no consigues combatir una infección, tienes déficit energético.
  • Si no consigues adelgazar, te falta energía.
  • Si tienes alguna adicción (deporte, tabaco, alcohol, comida), tienes un déficit energético.
  • Si tienes amenorrea (falta de menstruación) o infertilidad, seguramente arrastres un déficit energético.
  • Si tienes poca claridad y agotamiento mental, tienes falta de energía.

La energía te cura

Para provocar cualquier cambio en tu organismo necesitas energía. Si necesitas energía para abrir los ojos por la mañana, ¿imaginas cuanta energía necesitas para curar una enfermedad que arrastras hace 10 años? Mucha energía, muy buena energía.

La buena noticia es que tu organismo está diseñado para producir energía hasta el fin de su existencia. Tan solo tenemos que facilitar su tarea, darle la materia prima necesaria y entender qué está ocurriendo en tu cuerpo. Esto de “entender” qué está ocurriendo es fundamental, porque nos aporta paz y control que restan ansiedad.

Recuperar la energía

La energía se puede recuperar de muchas maneras, por ejemplo caminando descalzo por la tierra, respirando adecuadamente, descansando (no todo es dormir, también hay que descansar), llevando una dieta ideal para nosotros, cuidando nuestra tiroides, cuidando nuestras glándulas suprarrenales, depurando nuestro hígado y sobre todo, dejando de consumir tóxicos.

Cada persona tiene unas debilidades y unas fortalezas que habrá que tener en cuenta a la hora de recuperar su energía y su equilibrio. También las circunstancias particulares y los problemas de salud que estén restando energía en puntos concretos, pero si hay algo común a todos es que el primer paso para recuperar tu salud es recuperar tu energía.

Si todo esto te resuena, has probado otros métodos sin éxito y te gustaría probar un enfoque diferente para tratar tus problemas de salud ponte en contacto conmigo y comenzaremos a trabajar en ti. No en tu enfermedad, sino en ti, que seguramente sea lo que necesites.

Elena Cibrián
Consulta de Naturopatía

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