El estrés es el gran enemigo de nuestros días. Amenaza nuestra salud, nuestras relaciones y nuestra felicidad, y lo peor es que parece que es irremediable. Parece, pero no lo es. De hecho se puede vivir sin estrés y sin ansiedad y trabajar para conseguirlo marcará la diferencia entre una buena vida y una mala vida.

El estrés agrede a cualquier persona, de cualquier edad, sexo, religión y situación económica. No es cosa de brokers o altos ejecutivos, no es cosa de madres a cargo de 3 hijos y dificultades económicas, ni siquiera es cosa de la falta de tiempo. Si miras a tu alrededor verás que muchas personas que te rodean viven estresadas, nerviosas e incluso sufren frecuentemente algún episodio de ansiedad, tanto que es algo totalmente consentido y normalizado en nuestra sociedad. Desde niños con entornos familiares difíciles, hasta mujeres que no se ven delgadas u hombres que se jubilan son víctimas de este trastorno nervioso grave.

La verdad es que estamos diseñados para estresarnos cuando lo necesitamos (cuando estamos en peligro) y es un mecanismo de defensa muy inteligente y evolucionado de nuestro organismo. Cierto nivel de estrés en ciertas situaciones puede incluso salvarnos la vida; es algo totalmente normal, natural e incluso bueno; pero vivir estresados gran parte de nuestra vida es otra cosa muy distinta.

Hemos malaprendido a vivir cada día, cada cambio y cada dificultad con estrés, es decir, sin calma, y eso nos causa sufrimiento, nos amarga el ánimo y nos desgasta a tal velocidad que al final nuestro cuerpo o nuestra mente no pueden soportarlo, y en ese momento entran en juego las pastillas antiemociones para terminar de rematar el desequilibrio (otro problema del que hablaré en otro artículo porque da para mucho)… como si las emociones viniesen a nosotros para hacernos daño, sin entender que son mensajeros muy necesarios para nuestra evolución, para nuestro entendimiento y para cambiar lo que haya que cambiar para vivir mejor.

Con este auge del social stress nuestras vidas se ven expuestas a un sinfín de problemas añadidos, porque si algo tiene este trastorno es que deteriora enormemente la salud, salud física y salud emocional y es que no se puede vivir con estrés sin sufrir sus consecuencias. No hay manera de “llevarlo bien”, no hay manera de adaptarse ni “vivir con ello” mucho tiempo sin que el estrés te atrape y te muerda bien fuerte. El problema es que esta forma de vivir se ha convertido en nuestra zona de confort y nos cuesta mucho vivir de otra manera, tanto que es muy fácil escuchar excusas como:

  • Es que no puedo permitirme frenar porque necesito el dinero
  • Es que con tres niños es lo normal
  • Es que lo llevo bien, me hace ser más productivo
  • Es que yo soy así (mi favorita…)

¿Te suenan estas razones para no hacer nada ante la amenaza del estrés? A mi si porque yo también me los he dicho a mi misma una y otra vez hace años, hasta que descubres otra manera de vivir, otro enfoque, otra escala de valores mucho más adaptada a lo que realmente quieres de tu vida. Pregúntate ¿hay algo más importante que sentir, respirar, saborear, jugar, reír, amar, pasear, dormir, besar, disfrutar, vivir…?. No, yo creo que no lo hay.

Lo que te pasa con estrés

Como adelantaba, el estrés deteriora mucho y muy rápido nuestra salud, pero voy a explicar esto mejor porque quizá no conoces los detalles y el alcance de este trastorno:

  • Aumenta la presión sanguínea y el ritmo cardíaco, lo que produce un sufrimiento cardiovascular que será más o menos grave dependiendo de nuestra debilidad, predisposición o hábitos.
  • Acelera y acorta tu respiración por lo que obtenemos menos oxígeno y aumenta la acidosis del pH de nuestra sangre.
  • Se adormece nuestro sistema inmune, es decir, nuestras defensas se ponen en “modo ahorro” y por eso es más fácil coger todo tipo de infecciones víricas, bacterianas o fúngicas.
  • Tu cuerpo interpreta que estás en peligro, por lo que tu sexualidad o tu reproducción no son una prioridad, por eso desaparece tu líbido, sufres trastornos sexuales y llega la infertilidad.
  • Los músculos se tensan y es más fácil sufrir lesiones o contracturas.
  • Se deteriora la salud de la piel y el pelo, ya que la sangre se concentra en los órganos vitales, como el corazón.
  • Tus sentidos se hipersensibilizan, tu vista está más despierta, tu oído se agudiza, tu tacto es más sensible… por eso es fácil que cualquier roce, ruido o gesto te ponga más tenso y aumente tu sensación de agotamiento.
  • Se alteran tus biorritmos, ritmos circadianos, lo que afecta mucho a tu metabolismo y bienestar.

Enfermedades que tienen mucho que ver con el estrés

Son precisamente las enfermedades más frecuentes en nuestra sociedad, y no por casualidad.

  • Cardiopatías
  • Caída o fragilidad del pelo
  • Acné y fragilidad cutánea
  • Pérdida de peso
  • Aumento de peso
  • Sudor excesivo
  • Infertilidad
  • Trastornos digestivos
  • Colon irritable
  • Trastornos alimentarios
  • Adicciones
  • Problemas musculares y articulares
  • Trastornos autoinmunes (alergias, lupus, fibromialgia, asma, artritis…)
  • Depresión
  • Agresividad, pérdidas de control
  • Agotamiento, falta de energía
  • Jaquecas
  • Insomnio
  • Cistitis recidivantes (que vuelve una y otra vez)
  • Candidiasis
  • Disbiosis (desequilibrio de la flora intestinal)

Si vives con estrés o ansiedad, NO TE RESIGNES a vivir así porque seguro que hay mucho que puedes hacer para vivir mejor. Muchas veces no se trata de hacer grandes cambios externos, sino pequeños cambios internos para vivir esas mismas experiencias cotidianas de una forma muy diferente, sin sufrimiento, con equilibrio y con paz. Mediante nutrición, Mindfulness y una terapia natural e integral te ayudaré a recuperar el control de tu vida.

Si te surgen dudas escríbeme desde mi formulario de contactollámame o reserva una cita para vernos en mi consulta de San Bernardo (Madrid), así comenzaremos a trabajar en ti cuanto antes para que pronto consigas encontrarte mejor.

Elena Cibrián,
Coaching sanitario y naturopatía
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