Si hay algún tema nutricional que podemos destacar en los 2 últimos años es el auge de las dietas hiperproteicas o las “dietas de proteínas” para adelgazar, sumado a la casi obsesión por los gimnasios, aunque esto merece un artículo propio…
El auge de este tipo de dietas viene sin duda promovido por la demanda social que existe actualmente por adelgazar, y es que seguramente en ningún otro momento de la historia ha existido una necesidad tan imperativa por estar delgado (no por estar bien no, sino delgado), lo que deja claro otro tipo de crisis social además de la crisis financiera. Además del evidente problema social que esto supone, existe un grave peligro personal y sanitario a la hora de seguir este tipo de dietas dogmáticas: la pérdida del instinto y de naturalidad. La pérdida de salud global. Y con “naturalidad” me refiero a la forma en que nuestro cuerpo, metabolismo y mente funcionan de forma natural según estamos diseñados.
Aunque seguro que en este punto de la lectura habrá quién diga “¡qué me importa a mi la naturalidad, yo lo que quiero es estar guapa y delgada!”, confío en que la curiosidad y el sentido común nos ayuden a ver más allá y a darnos cuenta de que ser persona es mucho más que eso.
Antes de escribir estas líneas he leído mucho sobre la dieta hiperproteica y he escuchado varias charlas y exposiciones sobre la Dieta Paleo entre otras. Sin duda sus defensores siguen una lógica aplastante (aunque algo simplista) para conseguir sus metas fijadas. Pero no puedo dejar de pensar que es un “todo vale” y un “perder peso a toda costa” sin plantearse en las implicaciones que esto tiene para la salud a medio/largo plazo.

  • El primer problema que nos encontramos en la dieta hiperproteica es la meta: está diseñada para perder peso prácticamente fuerza bruta. ¿Crees que esta debe ser la meta que guíe nuestra alimentación?. Yo no. Comemos para vivir, para que funcionemos como es debido, no para estar delgados.
  • El segundo problema: es insano no comer carbohidratos. Necesitamos carbohidratos para subsistir. Los carbohidratos forman parte de nuestro metabolismo y los necesitamos en una gran cantidad, aproximadamente el 65% de nuestros alimentos diarios deberían ser carbohidratos para que todo en nuestro organismo funcione como es debido. Necesitamos carbohidratos igual que necesitamos agua, vitaminas o Calcio. No es cuestionable ni negociable. No hay sustitutos ni puntos de vista. No comer carbohidratos no es sano. Lo estudiamos en biología y hasta en “naturales de la EGB”, los nutrientes que forman nuestro cuerpo son proteínas, grasas, carbohidratos, minerales y vitaminas.
  • El tercer problema: las dietas hiperproteicas basan su éxito en producir cetogénesis en tu organismo. El proceso de cetogénesis produce cuerpos cetónicos y esto es la cetosis: la cetosis es peligrosa porque suponen un colapso metabólico y tiene efectos secundarios. Cuando el organismo no cuenta con carbohidratos, tiene que tirar de las reservas energéticas del cuerpo para generar glucógeno (glucosa biodisponible y funcional), es decir, “tira” de las grasas almacenadas. Cuando esto ocurre de forma prolongada y sostenida, estamos forzando a nuestro cuerpo a funcionar de una manera antinatural y por lo tanto podemos provocarnos mareos, jaquecas, nauseas, dificultad respiratoria, desmineralización del organismo (osteoporosis), arritmias, pérdida de músculo, pérdida de memoria, alteraciones de sueño y otros trastornos cerebrales.
    Muchos defensores de las dietas hiperprotéicas quitan importancia a este punto asegurando que “el cuerpo se acostumbre a la cetosis”, que el malestar es temporal y que es algo que nuestro cuerpo puede “tolerar”. ¿?¿?¿? Algo así como “lo que no te mata te hace más fuerte, y delgado!”.
  • El cuarto problema: la ansiedad y pérdida de instinto. Las doctrinas nunca han ido conmigo y las prohibiciones casi tampoco, pero en este caso mucho más porque ¿cómo es posible que una corriente estética/social me prohiba comer pan?. Esto produciría en mi una controversia, una lucha interna y una frustración enorme. Pero no solo en mi, he conocido muchos casos de personas que se cruzan de cera por no pasar por una panadería, huyen de las reuniones sociales o se les saltan las lágrimas al ver un croissant recién hecho. Esto una vez más, no es sano. A veces caemos en el error de pensar que la salud se refiere solo a nuestro cuerpo físico y su funcionamiento, pero no. La salud global y bien entendida hace referencia también a nuestro bienestar emocional, mental y ambiental. Nunca vas a estar sano si tu mente se enfrenta cada día al deseo de comer un trozo de pan, no se puede vivir ignorando nuestro instinto y llegarás a un punto de frustración, ansiedad y desnaturalización que inevitablemente te causarán malestar y desequilibrio. Esto por supuesto no ocurre igual en todas las personas, hay quien sufre más estas limitaciones y estas incongruencias ya que dependerá de tus necesidades particulares, de tus circunstancias emocionales, de tu metabolismo, etc.

¿Y entonces cómo recupero mi peso ideal?

Amando, mimando y entendiendo a tu cuerpo, no luchando contra él. Existen formas naturales, cordiales y saludables de equilibrar tu organismo. Con ayuda puedes perder lo que te sobra sin provocar una guerra civil en tu cuerpo, con una sonrisa y cuidando por igual todos los aspectos de tu vida. Esta es la clave, siempre lo ha sido. Somos personas, no un montón de carne y huesos, y por lo tanto debes entenderte como tal.
Si lo necesitas, yo puedo ayudarte en este camino.

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Elena Cibrián,
Coaching sanitario y naturopatía
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