Que nuestro hijo o hija no quiera comer casi de nada y la líe cada vez que ve algo nuevo en el plato es un gran problema. No solo un problema nutricional a corto plazo, sino un problema de formación que se reflejará en su vida adulta también y por eso, tenemos que prestar atención a su educación nutricional y esforzarnos en ampliar y mejorar su nutrición. Hay niños más reacios y otros con mejor predisposición a comer variado, igual que unos disfrutan más aprendiendo a leer y otros no, pero de la misma manera que ponemos los medios necesarios para que todos los niños aprendan a leer, se laven los dientes o sean vacunados, con más razón debemos procurar una buena educación nutricional infantil porque será un pilar fundamental en su vida y su salud. En mi opinión esta es una asignatura pendiente de nuestra sociedad, donde comer leche con colacao, galletas, yogures y filete con patatas se considera suficiente para la nutrición de un niño, pero ya que el sistema educativo ignora la importancia de algo tan fundamental para nuestra existencia, los padres debemos encargarnos de su educación alimentaria para que nuestros hijos crezcan en equilibrio y salud. Por eso he reunido unos consejos que te ayudarán a mejorar la alimentación de tus hijos:

1- Da ejemplo. Este es el primer paso y el punto más importante. Los padres somos el principal referente de nuestros hijos, que crecen repitiendo nuestros gestos y hábitos, por eso, si queremos que conseguir que nuestros hijos coman verduras el primer paso será incluir las verduras en la dieta de toda la familia, no solo del niño. Una dieta variada, rica en alimentos frescos, verdes y crudos debe ser algo normal en casa, no una excepción que ponemos en el plato de nuestro hijo.

2- Explícale con cariño y de forma divertida por qué unos alimentos son mejores que otros (para él y para todo el mundo). Hazle dibujos, muéstrale libros, enséñale los alimentos desde que son una semillas hasta que florecen y maduran, enséñale cómo es un árbol de manzanas, que la alcachofa es una flor o cómo crece una sandía tan grande de una semilla pequeñita. Aprender a apreciar la maravilla del mundo vegetal y apreciar su magia ayuda muchísimo a despertar la curiosidad por los alimentos, a apreciarlos y a valorarlos.

3- Cocina con tu hijo. Para un niño cocinar es una experiencia divertida y casi mágica. Es muy divertido mezclar una ensalada con las manos, batir unos huevos, pelar calabacines, plantar perejil, manchar todo con remolacha, espachurrar un aguacate…

Comer algo que él mismo o ella ha ayudado a preparar ayuda mucho a que le apetezca probar lo que ha hecho. Se sentirá orgulloso, querrá que tú lo pruebes y él dará ejemplo. Por ejemplo podéis hacer galletas de avena y chocolate, pan de plátano, pizza con masa casera, tarta de zanahoria, tortilla de coliflor, champiñones rellenos, compota casera de manzanas o cuscus de brócoli y pasas. Puedes encontrar un montón de recetas de vegetales que puedes hacer con tu hijo. Olvídate de si ensucia o no, lo importante es que disfrute del momento rodeado de comida nueva.

4- Ten paciencia, no te enfades. Se que es más fácil de decir que de cumplir, pero con los niños no debemos tirar la toalla nunca, esto es clave. Que un día no coma ensalada no quiere decir que no le guste la ensalada, solo quiere decir que hasta ahora no ha querido probarla. Si todos los días le ofreces un poco de ensalada, sin enfados, sin broncas, sin exigencias, pero con firmeza, cediendo y negociando, llegará un día que la probará, otro que se lo comerá sin darse cuenta y otro en el que descubrirá que le gusta. Los niños cambian de opinión cada día y son fáciles de convencer si nos adaptamos a sus necesidades y entendimiento. No tires la toalla, cada día es una oportunidad más, ármate de paciencia y no te enfades si hoy no lo consigues.

5- Cambia el foco. Si toda la familia está pendiente del momento de la cena y la reacción del peque cuando vea un trozo de brócoli en el plato, estaremos dando por echo que algo terrible va a suceder y nuestro hijo, estamos anticipando la rabieta y para cumplir su papel y nuestras expectativas montará la tormenta perfecta en torno a su plato de comida. No anticipes ni des nada por sentado, y sobre todo cambia el foco de atención. Sienta unas bases, llega a un acuerdo con tu hijo y deja en su mano la decisión de cumplir o no las normas y el acuerdo. Por ejemplo: “si comes todo lo que hay en el plato, luego salimos con el patinete”. Procura no enfadarte ni amenazarle porque estaremos reforzando la idea del niño de que el momento de la comida es un rollo de gritos y enfados, eso tiene que cambiar.

6- No etiquetes. Cuanto más pensemos y expresemos un problema en negativo más difícil será solucionarlo, y además, estaremos grabando a fuego ese rol, esa condición, en nuestro hijo. Eso ocurre mucho con la comida y los niños. Por ejemplo, si te oye comentar con los amigos Mi hijo es que no come de nada, solo quiere arroz blanco y patatas y si le pongo algo de verduras la lía, esa noche seguramente te pida arroz para cenar y la líe si ve un guisante en su plato, porque los niños se esfuerzan por ser fieles al papel que les toca interpretar, y en este caso les estamos dando las instrucciones para que lo interpreten con éxito. Sería mucho más beneficioso que te oyesen comentar: Hoy estoy muy contento porque mi hijo ayer probó las acelgas por primera vez y además sin protestar!. Debemos cuidarnos mucho de no etiquetar a nuestros hijos.

7- Celebra cada logro. Cambiar de hábitos es muy difícil, pero cambiar de alimentación lo es aún más. A un adulto le cuesta muchísimo dejar de comer algo que le gusta o introducir alimentos nuevos en su dieta aún teniendo un buen motivo (adelgazar, una enfermedad…), información y un razonamiento maduro, así que debemos empatizar con nuestros hijos y comprender que para él es un gran esfuerzo dejar de lado sus galletas para comerse unas fresas. Celebrar cada paso que de en el buen camino por pequeño que sea, es fundamental. Reforcemos cada logro con una frase de cariño, un beso, un comentario en público, un capricho o un momento feliz, de esa manera cada vez se verá más motivado para seguir dando pasos y comiendo mejor.

Estas son unas claves que te ayudarán a establecer una nueva relación entre tu hijo y la comida, pero por su puesto cada caso es único y cada niño y familia tienen unas circunstancias especiales que hay que tener en cuenta. Si necesitas ayuda con la educación nutricional de tu hijo puedes consultarme online o reservar una cita en mi consulta de Madrid, estudiaré tu caso e idearemos un plan para conseguir que tu hijo coma más y mejor sin dramas.

Elena Cibrián,
Coaching sanitario y naturopatía
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