El miedo es una emoción natural y necesaria para nuestra supervivencia. Nos ayuda a estar alerta y desencadena reacciones que en un momento dado pueden alejarnos del peligro y hasta salvarnos la vida. El problema está cuando el miedo es infundado, crece sin control, bloquea reacciones sanas y ocupa espacios en nuestra vida que deberían ocupar otras emociones y energías.
Según mi experiencia en consulta, el miedo dificulta el autocuidado y rompe el equilibrio que necesitamos para sanar. Así que es muy importante conocer cómo es nuestra relación con el miedo.

Miedo vs. Amor

¿Por qué el miedo dificulta el autocuidado? Pues porque donde hay miedo no hay amor, son energías contrarias y complementarias. Mientras el miedo crece nos vamos olvidando de nuestro poder de cambiar las cosas, de nuestra capacidad de adaptación y de que tenemos un sistema inmune maravilloso.

El miedo nos puede desequilibrar mucho y el equilibrio es la base de nuestra supervivencia. De hecho la naturopatía cuida la salud a través de la restauración del equilibrio humano: equilibrio de nutrientes, equilibrio hormonal, equilibrio de electrolitos,  equilibrio entre sueño y vigilia, entre tóxicos y depuración, equilibrio osmótico (de líquidos), equilibrio emocional, equilibrio postural… la pérdida de control, el miedo y la pérdida de autoestima afecta a todo nuestro equilibrio de una manera u otra.

Reacciones ante el miedo

HUIDA:

Huir parece una reacción inofensiva, incluso buena porque nos da la falsa sensación de que nos aleja del peligro; pero casi siempre el problema o enfermedad sigue aumentando mientras nosotros miramos para otro lado o lo que es peor, vamos en sentido contrario al que deberíamos. Las drogas, la bebida o la espiritualidad nos ofrecen vías de escape que a veces se nos van de las manos.
El enfermo que huye: “Yo paso de todo esto así que ni me hables del tema… solo necesito pasármelo bien y olvidarme. Que sea lo que Dios quiera.”

PARÁLISIS:

Esta representación del miedo es parecida a la anterior pero genera mayor frustración porque no somos capaces de reaccionar de ninguna manera; mientras que en la huida corremos en dirección contraria a lo que nos asusta, al quedarnos paralizados pensamos que podríamos correr pero no lo hacemos.
El enfermo que está paralizado: “Estoy bloqueada, no sé qué hacer… quiero hacer algo pero no decido qué y al final se me pasa el día sin hacer nada ni tomar decisiones.”

SUMISIÓN:

Dicho así suena un poco mal, verdad? Mejor llamémoslo aceptación o adaptación. En mi opinión es una manera muy saludable de afrontar un problema de salud porque siempre es mejor partir desde este punto y tener las cosas claras de lo que está ocurriendo para pasar a la acción. Aceptar una situación nos permite descansar e invertir toda nuestra energía en el cambio. También es cierto que en muchos casos caemos en la sumisión más pura, aceptando sin pensamiento crítico el diagnóstico o tratamiento que nos imponen, lo cual tiene sus riesgos también; así que yo diría que aceptación de la enfermedad SI, pero sumisión ante el médico o terapeuta NO.
El enfermo sumiso -que acepta-: “He venido del médico y me ha dicho esto, no me convence del todo pero le daré una oportunidad a ver qué tal me va. Además sé que tengo que cambiar mi alimentación y dejar de fumar… va a ser duro pero yo creo que va a ir bien.”

LUCHA:

Esta es una reacción poco frecuente pero a veces muy necesaria. Según mi experiencia luchar a veces desgasta más que aporta y mientras estamos en guerra o enfadados no puede haber salud, pero es cierto que cierto grado de lucha y rebelión es necesario en determinados casos, como por ejemplo ante el maltrato obstétrico o cualquier otro caso en el que se trata de coartar la libertad de elección del paciente o su dignidad.
El enfermo en lucha: “Estoy harta, he ido a 10 ginecólogos y sólo me mandan la píldora… no me la pienso tomar, ¿es que no tienen más recursos?, esto es una pérdida de tiempo ¡qué rabia!.”

SUFRIMIENTO:

En realidad el sufrimiento no está catalogado como una representación del miedo, sino más bien como un “grado emocional”, pero yo lo añado a esta lista particular porque creo que es una verdadera pandemia. Sin duda hay situaciones que se prestan al dolor y también al sufrimiento, pero más allá de estas situaciones realmente difíciles, sufrir mucho, muchísimo por casi todo parece inherente a nuestros días. No voy a entrar en las causas de este sufrimiento, si bien porque estamos infantilizados o no recibimos ningún tipo de educación emocional o por la famosa pirámide de Maslow, pero lo cierto es que sufrir es inútil y no aporta nada más que ansiedad.
El dolor físico y emocional tiene un sentido, una misión. Es necesario, nos ayuda a evolucionar, es silencioso, íntimo, básico. El dolor viene del SER. Por el contrario el sufrimiento genera “ruido”, consume mucha energía y genera una sensación de victimismo que dificulta mucho tomar las riendas y dar los pasos necesarios para nuestra recuperación. El sufrimiento viene del EGO.
El enfermo que sufre de más: “Esto es horroroso, es que así no puedo vivir… ¿por qué a mi?, sé que esto ya va a ser así siempre y encima seguro que voy a peor… Me rindo.”

¿Cómo te ayuda la naturopatía ante el miedo?

La naturopatía trabaja fundamentalmente en recuperar el equilibrio metabólico y en mejorar tu energía. Aporta autocontrol, entendimiento y armonía en todos nuestros sistemas. En mi caso particular además me formé como coach sanitario, por lo que ante una enfermedad, sé que es fundamental entender lo que está sucediendo a nivel físico y emocional, conocer las fases de la enfermedad, las dificultades que me pueden surgir y la necesidad de participar en la elaboración de un PLAN adaptado a mi persona y a mi vida.

Elena Cibrián
Tu Naturópata en Madrid

elena@tunaturopata.es / 697 907 132 (WhatsApp)
citas en Madrid | citas online por Skype