Las enfermedades autoinmunes en niños cada vez son más frecuentes en Europa y sobre todo en zonas urbanas; me refiero a enfermedades inflamatorias de causa desconocida para la medicina institucional: asma, dermatitis atópica, intolerancias alimentarias, alergias e incluso casos de reumatismos infantiles. ¿Por qué está pasando esto?.
En realidad, si echamos un vistazo general a nuestro alrededor nos daremos cuenta de que nuestra sociedad cada vez tiene más personas con mala salud a pesar de lo que digan los ranking sanitarios internacionales… la realidad es que en España, cada vez hay más personas enfermas, enfermos crónicos, personas muy medicamentadas y con un montón de problemas de salud que ya aceptamos como normales: jaquecas, intolerancias, alergias, artritis, psoriasis, sobrepeso, asma, insomnio, ansiedad, infertilidad, estreñimiento, problemas digestivos y un largo etcétera. Es decir, vivimos más que antes pero estamos más débiles que nunca y esa debilidad nos llega cada vez a más corta edad. Esta debilidad metabólica afecta con más ferocidad a los niños, ya que son el eslabón más frágil de la cadena social.

Algunas causas de los problemas de salud infantiles

Son muchas las teorías que intentan explicar por qué cada vez más niños sufren un montón de enfermedades o problemas de salud que antes no se correspondían con su edad, aquí os dejo un resumen de las teorías principales:

  • Exceso de higiene: esta sociedad “limpia” demasiado a los niños y con productos extremadamente eficaces. Sin ir más lejos, las famosas toallitas de pañal, son altamente eficaces y agresivas, eliminando no solo la suciedad que podría ser algo perjudicial, sino también las bacterias propias de nuestro organismo que nos protegen y regulan. El exceso de higiene también provoca alteraciones en el pH de la piel y desequilibrios en la mucosa que deja desprotegidos e hipersensibilizados los sistemas inmunes de nuestros hijos.
  • Contaminación ambiental: poco podemos añadir a lo que todos ya sabemos. Existe un grave problema de contaminación ambiental que afecta al aire, tierra, energía y agua. Nuestros cuerpos están intentando lidiar con este nuevo hábitat, pero en el camino de adaptación sufriremos más de un problema de salud como está quedando bien manifestado sobre todo en nuestra salud respiratoria.
  • Contaminación alimentaria: aquí cuesta un poco más reconocer el daño y el problema, ya que tenemos la conciencia de que nuestro ministerio de Sanidad nos protege y cuida de la calidad de nuestros alimentos, y en cierto modo es así, pero nos enfrentamos a amenazas que aún no están regladas y problemas que están muy lejos de corregirse tan solo porque no causan mal a corto plazo, sino a largo plazo y ante una exposición contínua. El exceso de aditivos químicos alimentarios (conservantes, espesantes, colorantes, antiaglomerantes, saborizantes, edulcorantes, correctores de acidez, etc.), sumado a los residuos de pesticidas y fertilizantes tóxicos, metales pesados y restos de antibióticos y hormonas utilizadas en las ganaderías, nos dejan una calidad muy pobre y confusa de los alimentos. Disponemos de muchos alimentos, muy lustrosos y muy baratos, pero son alimentos muy poco nutritivos casi siempre, que a la larga causan demasiada sobrecarga tóxica en nuestro cuerpo y además una situación agrónoma y social insostenible a largo plazo.
  • Estrés infantil: este es un punto tabú del que casi nadie quiere hacerse responsable, pero lo cierto es que aquí los padres tenemos mucho que hacer. Nos guste o no, es un hecho que muchos niños viven muy estresados y con altos niveles de ansiedad, lo que causa y favorece un montón de problemas de salud. Los más mayorcitos por la fuerte carga que supone el ritmo de vida, con deberes, actividades, el propio desarrollo y en muchos casos lidiar con problemas familiares de todo tipo. Los más pequeños e incluso bebés, ya vienen con una carga energética que comparten con sus padres y especialmente con las madres. Existen muchos estudios que nos alertan de la importancia de procurar un entorno sereno y armonioso para el niño recién nacido, incluso durante el embarazo para que puedan desarrollar un sistema nervioso e inmune equilibrado. Pero en nuestra sociedad muchas mujeres tienen una gran carga social durante los primeros meses de maternindad, una mala información en este sentido que se suma a problemas emocionales sin resolver (porque no se facilitia ni se invierte en salud emocional) y pocos recursos económicos que permitirían disfrutar del embarazo y de la maternindad como algo natural, positivo y feliz, en vez de como una carga en muchos casos. Esto inevitablemente repercute en la salud energética y emocional de nuestros pequeños desde que nacen, e incluso desde antes.
  • Menor contacto con animales: si algo nos distingue de nuestros antepasados es el contacto con nuestro entorno natural, lo que nos proveía de una “biblioteca” de patógenos muy útil para nuestro sistema inmune. Hongos, parásitos, insectos, virus y bacterias de nuestros animales y zonas rurales servían para enseñar paso a paso a nuestro cuerpo a lidiar con las enfermedades, a fortalecernos y a distinguir los microorganismos malos de las microorganismos regulares. En cambio ahora muchos cuerpos se comportan como si todos los agentes externos fuesen peligrosos y malos, simplemente porque no han tenido ocasión de reconocerlos en la etapa de aprendizaje de sus sistema inmune.
  • Calendario de vacunación: esta cuestión, por encima de ser polémica y delicada, es muy importante y digna de estudiar y revisar correctamente, ya que en nuestro país, el calendario de vacunación tiene plazos muchos más cortos que en otros países y hay muchas voces expertas que alertan sobre el desequilibrio que supone forzar a sistemas inmunes tan inmaduros a aprendizajes tan forzosos. En otros países, se vacuna más tarde, dando tiempo al propio sistema inmune a madurar y dar sus primeros pasos dentro de un proceso más natural, lo que se demuestra más eficaz y menos estresante para el sistema defensivo infantil.

¿Qué podemos hacer?

En mi opinión, lo primero que debemos hacer es tomar conciencia de que existe un problema y responsables, e intentar solucionarlo desde la raíz en vez de aceptar esta nueva realidad casi sin resistencia. Desde mi profesión y mi experiencia puede ver con claridad que existe una grave confusión con respecto a la salud de nuestros hijos, porque por ejemplo nos asusta mucho la fiebre que tan solo es una respuesta de su inteligente sistema inmune para curar una infección vírica (el 95% de las infecciones infantiles son víricas) y en cambio no somos capaces de ver el daño que están sufriendo con la nutrición equivocada, el pobre contacto con la naturaleza, los hábitos de higiene de moda o el exceso de medicamentación. Esto es un problema de desinformación y mala información, por supuesto no de mala voluntad, pero en cualquier caso se podría remediar.
Es importante reconocer cuales son los verdaderos enemigos de la salud de nuestros hijos, para poder combatir en el bando adecuado y no pensar que es mala suerte que nuestro hijo haya pasado por urgencias 5 veces en sus 2 primeros años de vida o tome algún medicamento con tan solo 5 años (antibióticos, paracetamol, ibuprofeno, mucolíticos, inhaladores y corticoides forman parte de la rutina de demasiados niños). Esto en la mayoría de los casos no es mala suerte, sino fruto de lo que hemos mencionado anteriormente: mala alimentación, contaminación, protocolos sanitarios equivocados, estrés, hábitos confusos, etc.

Cuando entendamos que podemos y debemos evitarlo, estaremos más cerca de recuperar el bienestar de los niños.

En segundo lugar y más específico, como acto de prevención sería muy recomendable que dejásemos a los niños curarse desde que nacen y me refiero a curarse con los medios que la naturaleza les ha dotado: su magnífico sistema inmunológico. Es decir, dejando que los niños limpien sus intestinos con diarreas sin cortarlas inmediatamente, permitiendo que los niños tengan fiebre para que sus cuerpos combatan a esos patógenos sin cortarla en cuanto suben unas décimas y favoreciendo que los niños se expongan a animales y suciedad sin limpiar sus manos y sus bocas con toallitas 10 veces al día, para que sus cuerpos aprendan a lidiar con su entorno natural. Todo esto, claro está, con sentido común, sin necesidad de exponerlos a un sufrimiento innecesario y dentro de unos límites naturales, sin forzar ni exagerar nuestros comportamientos, pero si permitiendo cierto ciclo natural de enfermedad y reposo ya que forma parte de nuestra condición humana.

Por otro lado debemos procurar una alimentación variada y sana a los niños, y aunque parece obvio, no es fácil de conseguir. Debemos trabajar para que los niños aprendan a comer de todo y en especial verduras y frutas que deberían ser la base de su alimentación. Igual que nos preocupa que aprendan normas sociales o a lavarse los dientes debería preocuparnos su salud alimentaria ya que no habrá nada más importante en su vida que su alimentación.  La educación en este sentido debería ser nuestra principal función como adultos. Protejamos a los niños de zumos industriales, galletas, salchichas y croquetas congeladas que llenan sus cuerpos de azúcar, gluten y grasas saturadas y además, no les aportan los nutrientes que necesitan para crecer con salud.
Son muchas las acciones que podemos llevar a cabo para mejorar la salud de nuestros hijos y los niños que vendrán, pero necesitamos buena información y formación que va mucho más allá que los anuncios de la tele o la visita a la farmacia. Cada niño es único y requerirá un estudio único desde un punto de vista integrativo, sin excluir la voz de la medicina institucional, pero aportando un enfoque diferente y complementario para lograr descubrir la raíz del problema y fortalecer los puntos más débiles. Es asombrosa la capacidad de adaptación, cambio y recuperación de los niños y cómo en muchos casos, pequeños cambios de hábitos o alimentación consiguen corregir problemas que de otra manera podrían evolucionar dando lugar a problemas mucho más graves.

Si estamos abiertos a nuevos puntos de vista que quizá muevan el suelo que hemos pisado hasta ahora, sin duda descubriremos caminos mucho más sencillos y convincentes a la hora de tratar con nuestros hijos y sus problemas. No hay nada como enriquecer nuestros puntos de vista para resolver problemas que parecen sin solución.

Yo puedo aportarte un punto de vista diferente sobre los problemas de salud infantiles como la dermatitis , el asma, la ansiedad, problemas de nutrición, de sueño, alergias o intolerancias y ayudarte a tratarlos para mejorar la calidad de vida de los pequeños y recuperar su salud. Podemos analizar tu caso en mi consulta de Madrid o en mi consulta online y puedes escribirme si tienes cualquier duda sobre mi forma de trabajo.

Elena Cibrián,
Coaching sanitario y naturopatía
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